Cristian Sánchez
Octubre
30, 2014
Desde los inicios del proceso de separación de la mayoría
perredeista del sector del presidente de facto del PRD, Ing. Miguel
Vargas Maldonado, el presidente Hipólito Mejía dejó bien claro que su
prioridad era aglutinar y organizar a esa mayoría bajo una nueva bandera
política y continuar la lucha por la principales reivindicaciones sociales,
políticas y económicas del pueblo dominicano.
Concomitantemente con la formación de la nueva organización
política y la reorganización de las masas disidentes del "PRD de
Miguel", el presidente Mejía dirigió su enfoque a la concertación de una
gran alianza con partidos políticos y organizaciones sociales para conformar un
bloque opositor capaz de enfrentar al PLD en las elecciones de mayo del 2016.
Mejía y sus asesores políticos concluyeron, que era una pérdida de
tiempo tratar de desalojar del PRD a Miguel Vargas y sus acólitos mientras el
Tribunal Superior Electoral y la Junta Central Electoral estén bajo el control
de jueces tendenciosos que responden a las directrices del PLD.
Solo había una opción, dolorosa y difícil; arriesgada y
triste. Pero la realidad era ineludible: Miguel Vargas contaba con
el respaldo de Leonel Fernández y las altas instancias en materia
electoral. Fue necesaria la separación y la constitución de un nuevo
partido político.
Para llevar a cabo estas tareas, Hipólito Mejía comprendió que
debía asumir en toda su dimensión la categoría que espontáneamente le habían
asignado las masas: El liderazgo máximo. Así, fundió en una sola
dimensión al estadista y al líder, asumiendo el papel de guía y orientador en
el proceso de conformación del nuevo partido político y la convergencia
opositora.
A riesgo de no ser comprendido por sus seguidores más efusivos, el
presidente Mejía evitó referirse a aspiraciones presidenciales
futuras. Las diferencias de principios con Miguel Vargas no podían ser
confundidas con diferencias por candidatura o liderazgo. Miguel había
traicionado el partido, no solo colaborando con el adversario durante el
proceso electoral de Mayo 2012, también violentando sus estatutos generales,
desconociendo sus organismos, secuestrando la democracia interna y
perpetuándose en la dirección del PRD y sirviendo a los intereses de
Leonel y el PLD.
Sin embargo, a pesar de no hacer proselitismo personal, no fue
obstáculo para que otros lanzaran sus proyectos políticos durante el proceso de
conformación del nuevo partido. Es más, alentó y facilito el proselitismo
de otros líderes menores que más adelante podrían retarle en la carrera por la
nominación presidencial de la nueva organización.
Esta situación fue aprovechada por seguidores de otro
precandidato; incluso, difundieron la falsa de que el presidente Hipólito
Mejía no aspiraría nuevamente a la presidencia de la república y que
respaldaría al Luis Abinader. Videos personales dando testimonio de
supuestas conversaciones privadas donde Hipólito había asegurado que apoyaba a
Abinader, fueron difundidos a través de las redes sociales. Fue una campaña
bien estructurada; cada mes aparecía alguien asegurando que Hipólito no iba y
apoyaría a Luis.
A pesar de la preocupación de sus seguidores, Hipólito soportó en
silencio la campaña de desinformación y mantuvo su enfoque en la conformación
del nuevo partido y la convergencia. Pero la percepción de sul retiro por
la carrera presidencial tomaba cuerpo, mientras los seguidores de Abinader,
envalentonados por el posicionamiento de su candidato y el silencio de
Hipólito, se tornaban más agresivos en la seducción de los seguidores del
expresidente.
Cuando las circunstancias impusieron un pronunciamiento público de
Mejia, por lo menos un indicio o señal que alentara a sus
seguidores a permanecer activos y expectantes de una decisión futura, se
dirigió al país para ratificar su compromiso con la lucha del pueblo dominicano
por mejores condiciones de vida y la preservación del sistema de partido como
garantía de la continuidad del sistema democrático. Estableció con
claridad que su prioridad era la constitución de un nuevo partido y la
convergencia opositora nacional, concluyendo que no sería obstáculo para nadie
en cuanto a la candidatura presidencial, pero que él estaría done
las circunstancias y las mayorías decidan.
Esta simple sentencia sirvió para reanimar a sus seguidores, pero
también marco el inicio de una nueva campaña de sus opositores internos:
"Hipólito debe ser el líder y ceder a Luis Abinader la candidatura
presidencial".
Pero el liderazgo, el carisma, la experiencia y la empatía con las
masas no son sustancias que se pueden inocular; no son rasgos de la
personalidad trasferibles por voluntad o decreto. Y si usted es
bueno para liderar y aglutinar a las masas; si usted es bueno para liderar a lo
más variado de la oposición política dominicana, entonces también es
usted el mejor candidato para guiarla a la conquista del poder encabezando la
boleta presidencial en mayo de 2016.
Hipólito se esfuerza por terminar la conformación de las
estructuras del PRM, porque sin partido no tiene sentido hablar de
aspiraciones. Sin partido, es una irresponsabilidad hablar de selección
de candidatos. Porque la definición e institucionalización de los
organismos del PRM es prioridad fundamental, pues por mas proselitismo que se
haga, el "partido es la suma de sus organismos", que es lo mismo
decir que, sin organismos no hay partido.
El presidente Mejía debe comprender que mientras él se preocupa
por darle al país una estructura política que sirva de instrumento de lucha de
los menos afortunados; mientras él se esfuerza exitosamente concertar una
alianza opositora para enfrentar al PLD, otros accionan para evitar que el sea
el candidato presidencial en mayo 2016. Otros se aprovechan de su
nobleza, transitan sobre las vías que facilitan su reconocido liderazgo,
tomando ventaja de su negativa a anunciar "a destiempo" al país su
decisión de aceptar la candidatura presidencial.
La mayoría del PRM está con él, expectante e inquieta, como
un corcel pura sangre en la gatera, a punto de iniciar la carrera. Solo falta
que abran la portezuela y el jinete suelte las bridas.
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